El Mundial de Brasil
El tiempo nos permite reflexionar mejor. Analizar con más profundidad aquello que nos preocupa, que nos duele. Por eso he preferido dejar pasar unos días para valorar cuáles son mis sensaciones tras la octava posición de España en el Mundial de Brasil.
No estoy satisfecho, porque creo que se podrían haber hecho mucho mejor las cosas. Por ejemplo, no entiendo por qué Mingo Díaz convocó a Marina Ferragut sólo para que superase el récord de internacionalidades de Betty Cebrián. Fue un premio a medias. ¿O un maniqueísmo a medias? No se puede jugar con una institución como la pívot del Ros Casares. Con una jugadora que no se arrastra por las pistas, sino que sigue aportando y mucho. Si no confías en ella, no puedes convocarla para quedar ¿bien?
Ahora es necesario
El seleccionador supo ser campeón dosificando a sus hombres y, sobre todo, proporcionándoles un rol. Un trozo de protagonismo.
Eso no ha pasado en la selección femenina, donde Mingo Díaz ha ignorado a algunas jugadoras. Veo normal que María Pina o Silvia Domínguez no tuvieran demasiados minutos porque son demasiado jóvenes. Aceptamos barco. Pero sigo sin comprender por qué Isa Sánchez, por ejemplo, vivió en el banquillo. Por qué Laia Palau, Anna Montañana, Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar eran casi intocables -los números se equilibraron en los dos partidos tras la derrota en cuartos-. Por qué se convoca a 12 jugadoras y algunas sólo salen cuando todo está demasiado claro.
La referente
Tampoco entiendo que el juego de la selección dependa de una única jugadora. Sin lugar a dudas, Amaya Valdemoro es la referente del equipo. La líder. Pero es también una tiradora de rachas. Una tarde, como ante Lituania, roza la perfección y te mete 39 puntos. Pero otra, como ante Rusia en cuartos, aporta 21, pero con un 3/15 en tiros de dos y tan sólo un 8 de valoración.
Me encantan los deportistas que minimizan los miedos y a los que no les importa intentar resolver cuándo es oportuno. Pero es evidente que no siempre podrán resolver ellos. Si en cuartos Amaya no estaba fina (1/6 en tiros de dos al descanso), Mingo Díaz podía haber dado la oportunidad a Marta Fernández, la MVP nacional de la Liga Femenina.
Oportunidad efímera
Y se la concedió en la segunda parte. Fue efímera: menos de tres minutos participó la escolta del UB Barça. Valdemoro, mientras, seguía coleccionando errores. Es de esas jugadoras a las que el amor propio les hace brillar y brillar (Montañana tuvo que decirle que se estaba saliendo ante Lituania), pero también precipitarse. El error les reta constantemente. El acierto les seduce, porque saben que pueden hacerlo mejor. Pero no soy partidario de que monopolicen el guión.
Ha sido una lástima. Porque España, pese a la falta de rotaciones, rozó la proeza ante Rusia. Acarició sus primeras semifinales en un Mundial. Pero ese día no era la jornada de Valdemoro y la selección lo notó. Y las derrotas ante Lituania y República Checa fueron un duro epílogo para un Campeonato ilusionante. Porque ganar a Brasil y perder por poco ante la campeona Australia (de 4 y anulando el potencial de la máxima anotadora del torneo, Lauren Jackson) sonaba a luchar por una medalla. Y nos quedamos con las ganas de ver triunfar a las nuestras ante Estados Unidos o de luchar por el bronce. Quién sabe. Ahora sólo hace falta replantearse los errores. Porque el tiempo pasa rápido y dentro de unos meses nos espera el Europeo de Italia.
No estoy satisfecho, porque creo que se podrían haber hecho mucho mejor las cosas. Por ejemplo, no entiendo por qué Mingo Díaz convocó a Marina Ferragut sólo para que superase el récord de internacionalidades de Betty Cebrián. Fue un premio a medias. ¿O un maniqueísmo a medias? No se puede jugar con una institución como la pívot del Ros Casares. Con una jugadora que no se arrastra por las pistas, sino que sigue aportando y mucho. Si no confías en ella, no puedes convocarla para quedar ¿bien?
Ahora es necesario
No me gusta comparar, porque odio que describan mis defectos con virtudes de otros. Pero ahora es necesario. Pepu Hernández, en Japón, reunió a un grupo de amigos y a cada uno le dio un rol. Rudy Fernández asumió que Navarro era el titular, pero que tendría también sus oportunidades. Y las aprovechó, como Sergio Rodríguez, que supo que Calderón sería el que repartiera el juego, pero que logró brillar en su papel de ¿secundario? -inolvidable ante Argentina en las semifinales-. Incluso, la gran estrella, Pau Gasol, se pasó varios partidos jugando tan sólo veintipocos minutos.
El seleccionador supo ser campeón dosificando a sus hombres y, sobre todo, proporcionándoles un rol. Un trozo de protagonismo.
Eso no ha pasado en la selección femenina, donde Mingo Díaz ha ignorado a algunas jugadoras. Veo normal que María Pina o Silvia Domínguez no tuvieran demasiados minutos porque son demasiado jóvenes. Aceptamos barco. Pero sigo sin comprender por qué Isa Sánchez, por ejemplo, vivió en el banquillo. Por qué Laia Palau, Anna Montañana, Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar eran casi intocables -los números se equilibraron en los dos partidos tras la derrota en cuartos-. Por qué se convoca a 12 jugadoras y algunas sólo salen cuando todo está demasiado claro.
La referente
Tampoco entiendo que el juego de la selección dependa de una única jugadora. Sin lugar a dudas, Amaya Valdemoro es la referente del equipo. La líder. Pero es también una tiradora de rachas. Una tarde, como ante Lituania, roza la perfección y te mete 39 puntos. Pero otra, como ante Rusia en cuartos, aporta 21, pero con un 3/15 en tiros de dos y tan sólo un 8 de valoración.
Me encantan los deportistas que minimizan los miedos y a los que no les importa intentar resolver cuándo es oportuno. Pero es evidente que no siempre podrán resolver ellos. Si en cuartos Amaya no estaba fina (1/6 en tiros de dos al descanso), Mingo Díaz podía haber dado la oportunidad a Marta Fernández, la MVP nacional de la Liga Femenina.
Oportunidad efímera
Y se la concedió en la segunda parte. Fue efímera: menos de tres minutos participó la escolta del UB Barça. Valdemoro, mientras, seguía coleccionando errores. Es de esas jugadoras a las que el amor propio les hace brillar y brillar (Montañana tuvo que decirle que se estaba saliendo ante Lituania), pero también precipitarse. El error les reta constantemente. El acierto les seduce, porque saben que pueden hacerlo mejor. Pero no soy partidario de que monopolicen el guión.
Ha sido una lástima. Porque España, pese a la falta de rotaciones, rozó la proeza ante Rusia. Acarició sus primeras semifinales en un Mundial. Pero ese día no era la jornada de Valdemoro y la selección lo notó. Y las derrotas ante Lituania y República Checa fueron un duro epílogo para un Campeonato ilusionante. Porque ganar a Brasil y perder por poco ante la campeona Australia (de 4 y anulando el potencial de la máxima anotadora del torneo, Lauren Jackson) sonaba a luchar por una medalla. Y nos quedamos con las ganas de ver triunfar a las nuestras ante Estados Unidos o de luchar por el bronce. Quién sabe. Ahora sólo hace falta replantearse los errores. Porque el tiempo pasa rápido y dentro de unos meses nos espera el Europeo de Italia.
1 Comments:
Yo estoy muy de acuerdo contigo. Sigo sin entender el poco peso que ha tenido en este mundial Marta Fernandez y la escasa o nula aportacion de Isa Sanchez, que es una gran jugadora. Mas bien, no se les ha permitido. Mal vamos si pretendemos clasificarnos para el europeo con 7 jugadoras, porque Italia no se va a dejar ganar su campeonato asi como asi (Laura Macchi y Rafaela Maschiandri estaran a tope) y veo que Francia cada dia esta mejor....
Publicar un comentario
<< Home