Esos ojos que te siguen...
Debe ser complicado ser un joven deportista. Entrenar duro durante meses y tener que demostrar tus virtudes en unos minutos, minimizar el esfuezo e intentar revertir las situaciones más inverosímiles. Ir dos sets abajo en el territorio de tu rival y tener la fuerza mental intocable. Saber que eres capaz de eso y de más. Perder por quince puntos en el último cuarto y estar ahí, para lanzar cuando tengas la opción, sin que tu tímida muñeca tambalee, sin que esas voces te molesten.
Pero ignorar las expectativas, las proyecciones del país, del mundo, no es fácil. Algunos, como Rafa Nadal, siguen parafraseando su discurso de principiante, hablan como si no hubieran ganado nada. Asumiendo que la admiración es efímera. Que el deporte, como la vida, sólo se acuerda de los triunfadores del hoy y de los más grandes del ayer.
Pero para triunfar no sólo hace falta ser bueno. He visto sufrir a jugadoras con gran talento que se bloqueaban por jugar ante el gran rival o que, sumando un par de fallos seguidos, se venían abajo. A veces, su propio entrenador contribuía a su desorientación sacándolas en momentos delicados, en instantes decisivos. Y ellas, tan jóvenes y tímidas con la presión, no se veían capaces de responder a las expectativas.
Pongámosle un nombre a la chica. Carla. Quizás desde bien pequeñita entrena y ha jugado competiciones por todo el mundo. Pero no por eso tiene la medicina de la tranquilidad. Quizás cada día lo pasa peor. Cada vez que mejora, que asciende de categoría, se agobia más.
Y quizás su familia no entiende qué le pasa, por qué llega a casa con esa cara de querer refugio íntimo. De no hablar del tema. De desaparecer unos instantes. Y la bola va creciendo. Poco a poco. Sin respeto. Sin tregua. Por eso creo que a veces se olvida demasiado la figura del psicólogo, de ese guía que pueda dirigir el talento con la tranquilidad necesaria.
Porque el deporte no es sólo calidad individual o colectiva. También es épica, coraje y confianza. Si tú mismo te hundes, los aficionados rivales te obsequiarán con sus letras más deprimentes. Y difícilmente alcanzarás lo soñado. Son innumerables los casos de jóvenes que habían nacido para números 1 y se quedaron en eternas promesas. En suplentes nómadas, en medio titulares que no eran capaces de demostrar lo demostrado, en estrellas de categorías inferiores.
Por eso es gratificante ver cómo Silvia Domínguez combina su timidez fuera de la pista con su gran descaro en la pista. Cómo ha sabido crecer lejos de su casa, de su UB Barça, de su Barcelona. Y cómo ahora acepta el reto de dirigir al conjunto de la temporada, al Perfumerías Avenida.
Miles de miradas perseguirán tus movimientos. Tus saltos. Tus celebraciones. Tus lamentos. Te aplaudirán. Te pitarán. Te harán canciones a favor y rimas en contra. Pero eres joven y deportista. Ya sabes lo que te toca. Olvídate de la presión, olvídate de esos ojos que juzgan, de esos ojos que te siguen.
3 Comments:
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