18 julio 2006

¿Será Hungría mágica?


Las palabras nos hacen viajar. Nos facilitan proezas y desgracias. Escenarios llenos de color y paisajes llenos de oscuros. A veces nos ayudan a recordar lo observado y disfrutado. Otras, a imaginarnos lo pasado.

Así he vivido el Europeo femenino sub 20 de Hungría: desde la frialdad de Internet, con un mouse loco apuntando el enlace correspondiente. Así me informé del debut triunfal ante Polonia, la decepción ante Turquía y el triunfo eterno, con una gran actuación de Silvia Domínguez y Blanca Marcos, ante la selección que ganaría el torneo: Rusia. Primeras de grupo con toques épicos. A cuartos de final. Perfecto.

Pero, de nuevo, todo se complicó. Como cuenta la crónica de la FEB, el grupo de Jordi Fernández empezó fallón y vio cómo su rival sí acertaba. Cómo se iba en el marcador con facilidad (23-10, minuto 10). España mejoró en la segunda parte y estuvo a punto de remontar. Fue entonces, en los últimos minutos, cuando Jannault se vistió de líder: 25 puntos y la selección, obligada a ganar los dos partidos siguientes.

El nuevo reto era Bulgaria. Y el guión más incierto volvió a escribirse: victoria de décimas, 14 segundos finales en los que apareció Sara Gómez. La jugadora del Extrugasa sumó sus cinco puntos -triple incluido- e hizo enloquecer a sus compañeras. Unos párrafos y una mini foto dibujaron en mi mente un grupo de jóvenes ilusionadas. Radiantes. Ambiciosas. Ganadoras.

Ante Alemania, España se olvidó del sufrimiento y, como en el partido inaugural, disfrutó. Sobre todo dos jugadoras, dos deportistas que esta temporada serán compañeras en el Perfumerías Avenida: Silvia Domínguez y Blanca Marcos. La base y la escolta anotaron 33 puntos, casi la mitad de los del equipo (69). La selección ya era semifinalista.

Una medalla era el gran sueño. Pero... ¿Por qué conformarse con el bronce o la plata? Todo era posible. Todo parecía factible tras ver que el grupo de Jordi Fernández había dominado los dos primeros cuartos. Sin embargo, perdió su margen en los últimos instantes del tercero, y vio cómo Rusia volaba, capturaba más rebotes. Cómo su banquillo aportaba 24 puntos por 9. La efectividad de Anna Cruz (18 puntos) no había sido suficiente para llegar a la final. Al Gran Desafío.

Un bronce era también un gran premio. Francia era el último rival. El último obstáculo para María Pina, Itziar Germán y compañía de llevarse a casa ese circulito colgado del cuello. Ese reconomiento que no se mueve de la habitación. Que hace sonreír tras ser observado.

Como en el partido de la primera fase, España empezó nerviosa, sin acierto. Y Francia lo aprovechó para irse al descanso con 18 puntos de ventaja. Pero el equipo de Jordi Fernández volvió a trazar sus mejores actuaciones e incluso se puso por delante (53-52). Pero, finalmente, el sueño se quedó en un cuarto puesto, en Hungría. En un país que, en 2003, fue el escenario de la primera victoria en la Fórmula 1 de Fernando Alonso. Dos años después, el piloto asturiano arrasó y ganó su primer Mundial. ¿Será Hungría mágica para nuestras chicas? ¿Comprobaremos esa magia en 2007, en el Mundial sub 20? Quién sabe, donde donde hay épica, también hay gloria.