16 marzo 2006

Ese gran desconocido


La historia colecciona años, acumula siglos, pero no siempre recopila sentido común. Hoy todavía hay demasiadas personas que consideran que la mujer deportista ni es mujer ni es deportista, que sus logros y marcas carecen de interés. Y gran parte de los medios de comunicación sintetizan sus actuaciones con unos breves y un par de comentarios. Más líneas ocuparán estrellas de flashes -como la Kourni- o deportistas atractivas-geniales -como Yelena Isinbayeva o Maria Sharapova-.

¿Y el baloncesto femenino? Sobrevive en algunos medios, brilla en ciudades como Salamanca o León, que no tienen equipo de fútbol en Primera división, y no existe en diversos mass media. ¿Por qué? Quizás porque es un deporte medio desconocido para la televisión, para la que todo lo ve. Resulta curioso que la cajita de las imágenes desprecie al deporte que más licencias tiene en España.
121.087 mujeres por las 39.569 del atletismo, las 28.575 del balonmano o las 27.722 del tenis. El baloncesto femenino engancha y cuando lo dan por la tele tiene audiencias dignas. La final de la Copa de la Reina entre el Perfumerías Avenida y el Mann Filter Zaragoza del año pasado fue más vista que el partido de ACB que retransmitieron poco después. Los encuentros de la selección aseguran un buen número de espectadores -incluso los que dan en diferido-.

Ver un partido de baloncesto entre chicas atrae y, normalmente, quien va, vuelve. Lo dice alguien que acabó hace unos años -por azares de la vida- en el
Pavelló Guinardó-Torrent y que ahora se declara 'friki' de este deporte. Me sorprendió aquel ambiente, aquellos gritos de los aficionados de Ros Casares y UB Barça, aquella seguridad de Razza Brcaninovic, la efectividad de Amaya Valdemoro, la lucha de Isa Sánchez... En unos minutos me tragué los perjuicios. Me alegro.